Esta frase la escuché en reiteradas ocasiones de un ejecutivo a quien tuve y sigo teniendo en alta estima durante mi etapa en Hamburg Süd. Resume de manera simple y precisa una situación recurrente en la industria naviera: las intermitencias en la atención al cliente.
Que no se malinterprete el propósito de esta columna. No busca constituir una crítica al sector naviero; muy por el contrario, es innegable el esfuerzo y la magnitud de las inversiones realizadas en los últimos años, tanto en flota como en equipamiento y tecnologías. Asimismo, las navieras han adaptado sus itinerarios y servicios con el objetivo de ofrecer un mejor estándar de transporte para cargas perecibles, en particular para frutas frescas.
El punto que se desea plantear es otro: los embarques de productos frescos requieren un nivel de atención, seguimiento y comunicación que, en la práctica, aún no siempre se cubre en su totalidad. Esta situación se vuelve especialmente relevante para los productores de tamaño medio, quienes no cuentan con amplios departamentos internos dedicados exclusivamente a la coordinación del transporte marítimo internacional.
Este modelo de comunicación y atención a clientes por parte de las navieras ha derivado, en consecuencia, en la necesidad de intermediarios entre dichos productores y las propias líneas navieras. Lejos de ser un actor prescindible, el intermediario cumple una función crítica: traduce necesidades operativas en soluciones logísticas concretas, asegura seguimiento permanente de la carga, anticipa contingencias y actúa como un punto único de contacto en momentos donde la velocidad de respuesta resulta determinante para la condición final del producto. Ya sea a través de freight forwarders —generales o especializados en cargas perecibles— o de asesores independientes, estos actores continúan aportando valor real y medible en un segmento donde el tiempo, la información y la coordinación son factores decisivos.
En un entorno logístico cada vez más complejo, tecnificado y exigente, el desafío no radica únicamente en disponer de mejores naves, equipos o itinerarios, sino también en garantizar una comunicación efectiva, oportuna y humana. Mientras esa brecha persista, el intermediario seguirá siendo una pieza clave del engranaje logístico, especialmente para los productores que requieren acompañamiento cercano y especializado. Al final del día, en el transporte de productos frescos, muchas veces el verdadero diferencial no está en la tarifa ni en la capacidad, sino en quién atiende el teléfono cuando más se necesita.
Jorge Rosés W.
International Sales Manager
Seemann Trader
jroses@seemanngroup.com




