Este contenido es solo para suscriptores
Nos encontramos en unas semanas de receso en la operación de exportación de fruta colombiana, donde si bien no se ha detenido por completo, ha disminuido notablemente. Este comportamiento es una característica distintiva de la oferta de fruta colombiana, que se mantiene constante durante las 52 semanas del año. Sin embargo, las semanas recientes han mostrado un descenso significativo en las exportaciones.
Según los datos proporcionados por Corpohass, tanto los reales como las proyecciones, se ha observado una disminución semana a semana desde la semana 29, con un 30% menos de exportaciones de aguacate cada semana. A pesar de los menores volúmenes de arribos, un dato relevante es que las cargas hacia Europa están ganando mayor participación en comparación con las enviadas a EE.UU. Los precios, aunque siguen siendo altos con respecto a los años anteriores para esta misma época, muestran una tendencia a la baja debido a las vacaciones en el continente europeo.
Por otro lado, es crucial resaltar los fenómenos que afectan a la fruta mexicana. La menor disponibilidad de aguacate mexicano, debido a las condiciones de materia seca necesarias para la exportación, ha creado oportunidades interesantes para la fruta colombiana, tanto en términos de precios como de demanda.
En cuanto a la labor en el campo, destacan dos fenómenos importantes. Primero, los precios de la fruta han sido consistentemente altos, con pagos por kilo que no dependen del calibre, aunque con algunas restricciones. Esta situación ofrece formas de pago muy atractivas para los productores. Segundo, los promedios de materia seca de la fruta en Colombia, impulsados por la dinámica de precios en Europa, pueden llevar a algunos actores de la cadena a exportar fruta que aún no está lista para ser cosechada. Este comportamiento tiene consecuencias negativas directas en el destino final de la fruta, afectando su calidad y la reputación del origen.
Se estima que para la semana 33 o 34 los envíos de aguacate aumenten en cantidad, proyectando una campaña que podría ser un 20% superior en comparación con 2023. Este incremento plantea un desafío interesante para Colombia, poniendo a prueba la sostenibilidad de la industria del aguacate y la eficiencia de la cadena de abastecimiento nacional. Desde la logística de finca a planta, el proceso de empaque, el transporte a puerto, hasta las aduanas y los puertos de salida, todos estos componentes serán cruciales para el éxito de la campaña.
La llegada de la campaña principal trae consigo valiosos aprendizajes y retos. La capacidad de adaptación y la eficiencia operativa serán claves para mantener la competitividad en el mercado internacional del aguacate. Es un momento crucial para observar cómo Colombia maneja estos desafíos y oportunidades, consolidándose como un actor relevante en la industria global del aguacate.
Jorge Molina Duque
Colombia