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El Mediterráneo es una región con un enorme potencial para el cultivo de frutas, y el aguacate ha emergido como una opción prometedora en varios países de la cuenca. Sin embargo, este desarrollo no está exento de desafíos. Mientras algunas áreas experimentan una disminución de su potencial productivo debido a la escasez hídrica, la salinización del suelo y el alto costo del agua, otras zonas han logrado establecer nuevas plantaciones y expandir su producción.
Actualmente, Marruecos, España y Portugal lideran el crecimiento del cultivo de aguacate en la región, con la incorporación de áreas donde antes no se había producido. No obstante, estos países enfrentan retos climáticos significativos, como la presencia de heladas y la variabilidad de los recursos hídricos. Además, las olas de calor, con temperaturas que pueden alcanzar hasta los 50 grados Celsius, representan una amenaza seria para la estabilidad del cultivo. Este fenómeno, exacerbado por los vientos provenientes del Sahara y del poniente, contribuye al estrés de las plantas, la desfoliación, el aborto de frutos y el debilitamiento del sistema inmunológico del cultivo, favoreciendo la proliferación de enfermedades como los hongos en la madera.
Para mitigar los efectos de las olas de calor, se han implementado sistemas de riego por microaspersores en altura, estrategia utilizada también en zonas con riesgo de heladas en Chile y California. Sin embargo, estos esfuerzos no siempre garantizan una estabilidad productiva. La temporada pasada, las temperaturas extremas llevaron a un retraso en la cosecha, afectando la calidad de la fruta y generando incertidumbre en los mercados. A pesar de que los precios fueron altos en meses previos, los productores que apostaron por almacenar fruta no lograron los mismos beneficios en esta temporada.
El reto futuro para la industria del aguacate en la cuenca mediterránea radica en mejorar la planificación de la cosecha para distribuir el volumen de producción de manera equitativa a lo largo de la temporada, evitando dependencias en cosechas tardías. Además, se debe considerar la influencia de las condiciones climáticas extremas en la floración y cuajado de los frutos en años venideros. Si bien es posible mitigar los efectos del frío con tecnologías adecuadas, el impacto de un viento seco y cálido a altas temperaturas es devastador e imposible de revertir.
En este contexto, las regiones con veranos menos extremos podrían consolidarse como las de mayor potencial productivo en el futuro. Así como en los seres humanos el calor mata más que el frío, en la agricultura, los daños ocasionados por temperaturas extremas pueden definir la viabilidad de un cultivo. La selección de variedades adaptadas a condiciones climáticas adversas, como Ardith en Israel o algunos híbridos tolerantes al frío y calor, será clave para la sostenibilidad del cultivo de aguacate en la región mediterránea.
El futuro del aguacate en la cuenca mediterránea dependerá de la capacidad de los productores para adaptarse a un clima cada vez más desafiante y de la implementación de estrategias agronómicas que permitan garantizar la calidad y estabilidad del suministro en los mercados internacionales.