En el agro, y en muchos ámbitos, siempre hemos tenido la necesidad de clasificar, segregar u ordenar lo que producimos en función a calibres, tamaños, formas, colores, defectos, etc, criterios que definen el uso y destino de lo producido, y esto cada vez toma más relevancia como una suerte de filtro para llegar a ciertos mercados, cada vez más exigentes, que más allá de satisfacer una necesidad lo que buscan es vivir una experiencia.
La historia de los calibradores de fruta es, en esencia, la historia de nuestro esfuerzo y necesidad por lograr eficiencia y calidad homogénea en la industria hortofrutícola. De lo básico a lo más disruptivo, este recorrido partió de la forma más sencilla…. la inspección manual. Los seleccionadores de fruta tomaban unidad por unidad y luego de una inspección netamente sensorial, visual y táctil, por más capacitados que estuvieran, determinaban con su sesgo inherente qué fruta cumplía con los parámetros de exportación y cual no calificaba para viajar. Y entre la que calificaba como exportable y de acuerdo a una ponderación muy personal de los defectos estéticos nuestros colaboradores determinaban a qué categoría correspondía cada fruta que pasaba por sus manos. Este trabajo si bien tenía criterios en común, no dejaba de ser subjetivo y muy lento, cada persona tiene su propio juicio para ver las cosas y su capacidad de análisis está sujeto al tiempo que le dedica a la actividad de selección durante su jornada laboral. No es lo mismo hacer selección a primera hora del día que luego de 8 horas continuas de trabajo, mucho menos en horario diurno que nocturno.
Es así que, más allá de la falta de objetividad, lo que nos llevó a “mecanizar” el proceso fue la necesidad de velocidad y precisión. El volumen creciente de fruta ya no permitía una inspección manual exhaustiva; la evolución de los pequeños predios a grandes extensiones sembradas y por ello volúmenes crecientes que demandaban muchas personas haciendo selección, fueron los impulsores que marcaron el inicio de la mecanización post cosecha.
Fue así como fuimos testigos de la aparición de los clasificadores de rodillo basculante, de criba rotatoria o de fajas perforadas, etc. Modelos, tamaños, marcas hubo muchos, cada uno con una aplicación particular y siempre resultado de la misma necesidad: la estandarización, eficiencia y constancia.
Los inicios mecánicos: el rodillo basculante
Antes de los primeros sistemas mecanizados, la clasificación de frutas era una tarea manual. Los campesinos y trabajadores agrícolas evaluaban el tamaño, peso y aspecto de cada fruta con sus manos y su vista. La creciente demanda del mercado volvió ineficiente este sistema. Una de las primeras soluciones mecánicas fue el rodillo basculante, sistema simple que permitía separar frutas por tamaño al hacerlas rodar sobre superficies inclinadas con ranuras o huecos calibrados. Aunque rudimentaria, esta innovación fue revolucionaria para su época y de gran importancia.
El salto a lo electrónico: la era de los sensores
A mediados de los 60s aparecen los primeros calibradores electrónicos. La incorporación de sistemas sensores de peso y tamaño permitieron automatizar parte del proceso, y hacerlo menos dependiente del factor humano. Surgieron empresas pioneras que comenzaron a desarrollar tecnologías más precisas reemplazando la inspección visual humana por sistemas electrónicos capaces de detectar variaciones con márgenes de error muy bajos. Esta etapa fue clave para aumentar la capacidad de proceso y sobre todo mejorar la uniformidad del producto. Las industrias se adaptaron a las nuevas necesidades del mercado, se alcanzaba una mayor consistencia en la satisfacción del cliente y la eficiencia en la cadena de distribución.
La revolución óptica: la era de la visión artificial
A fines de los 90s y principios del nuevo siglo, la evolución tecnológica trajo consigo la visión computarizada. Los calibradores comenzaron a utilizarcámaras de alta resolución y luces LED para capturar imágenes de cada una y todas las frutas desde múltiples ángulos, un barrido total de la superficie de los frutos. Estas imágenes son procesadas por algoritmos que identifican defectos externos, coloraciones anómalas y formas irregulares, criterios que son previamente programados en las plataformas de control. Posteriormente el desarrollo de la espectroscopía infrarroja (NIR) permitió analizar el interior de cada fruta sin cortarla, de esta forma entregando valores de madurez, contenido de azúcar, materia seca, presencia de enfermedades o daños internos.
La revolución digital: finalmente apareció l
Actualmente, los calibradores de fruta están al frente de la revolución digital gracias a la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático. Entre las diferentes marcas y orígenes que vemos en el mercado, hay una carrera por la innovación y diferenciación. Los equipos modernos no solo clasifican frutas por su apariencia externa, sino que aprenden patrones a partir de grandes volúmenes de datos, mejorando su precisión con el tiempo. Estos sistemas pueden identificar defectos sutiles, predecir la vida útil de una fruta e incluso anticipar tendencias en calidad por lote o por zona geográfica. Además, su integración con sistemas de trazabilidad y robótica permite una automatización casi total del proceso. Estos sistemas permiten la segregación por múltiples combinaciones de criterios de selección, permitiendo llegar hasta los mercados más exigentes.
Conclusión
La historia y evolución de los calibradores de fruta no solo refleja el ingenio humano aplicado a una necesidad agrícola sino son el resultado del rápido avance tecnológico que permite atender casi cualquier requerimiento del mercado. Desde la clasificación manual,pasando por la era de la mecanización, hasta los sistemas inteligentes de hoy (IA), cada avance ha representado un paso hacia una producción más eficiente, sostenible y adaptada a las exigencias del mercado. En un mundo donde la calidad del alimento es tan importante como su disponibilidad, los calibradores son el resultado de varias décadas de innovación en busca de la fruta perfecta para cada mercado. Con toda seguridad el futuro inmediato nos seguirá sorprendiendo con muchas más innovaciones.
Ricardo Acha
Gerente General – Proyecta Consultoría y Representaciones
ricardo.acha@proyectasociados.