El inicio —o más bien la continuidad— de la campaña ecuatoriana de aguacate marca un punto de inflexión que vale la pena observar con atención. No solo por los primeros envíos que ya vienen registrándose hasta la semana 52, sino por lo que hay detrás de ellos: una combinación de trabajo técnico, estrategia comercial y señales claras de madurez para el sector.
Desde el punto de vista exportador, las perspectivas son alentadoras, especialmente en términos de calidad. Tras dos periodos de sequía que pusieron a prueba al sector, el enfoque fitosanitario y nutricional ha sido clave. Hoy, la fruta muestra condiciones óptimas y eso no es casualidad: es el resultado de un proceso consciente de mejora continua, con productores y operadores alineados en un mismo objetivo.
A esto se suma un elemento estratégico que Ecuador viene impulsando desde hace tiempo: la diversificación de mercados. Mirar más allá de los destinos tradicionales no solo amplía oportunidades, sino que obliga a leer con mayor fineza los movimientos de otros orígenes, sus volúmenes y sus estrategias. En ese contexto, la fruta ecuatoriana ha encontrado un espacio especialmente interesante en el norte de Europa, donde es valorada no solo por su calidad, sino por su consistencia y “inteligencia” comercial: una fruta que se adapta bien a las exigencias del mercado.
Las certificaciones han sido otro pilar relevante. No solo en Hass, donde el trabajo ya muestra resultados, sino también en el aguacate Fuerte. La apertura de una ventana exportadora para esta variedad, respaldada por certificaciones que se han construido año a año, confirma un avance significativo. Que el Fuerte ecuatoriano tenga hoy semanas de exportación programadas no es menor: amplía el portafolio del país y refuerza su posicionamiento.
En paralelo, el mercado local comienza a mostrar señales de evolución. Históricamente dominado por el aguacate Fuerte —muchas veces canalizado por vías informales—, el consumo empieza a diversificarse. El Hass, hasta hace poco una variedad poco conocida en Ecuador, ha ido ganando espacio, especialmente en los canales modernos. Este cambio, aunque gradual, es clave: permite distribuir mejor las producciones, equilibrar oferta y demanda, y fortalecer el abastecimiento interno.
Queda, sin embargo, un desafío relevante sobre la mesa: el protocolo de acceso a Estados Unidos. El proceso se ha extendido más de lo esperado y no ha cumplido los plazos que el sector proyectaba. Aun así, el trabajo continúa y la definición sobre una eventual apertura para esta campaña está cada vez más cerca. Sea cual sea el desenlace inmediato, lo cierto es que Ecuador llega a este momento con una base mucho más sólida que en temporadas anteriores.
En definitiva, la campaña ecuatoriana no solo arranca con fruta en movimiento, sino con una estrategia clara: calidad respaldada por técnica, mercados diversificados, consumo interno en evolución y un sector que, pese a los retrasos y desafíos, sigue avanzando con convicción. Y eso, en un contexto global cada vez más exigente, es una señal que no pasa desapercibida.
Santiago Pinto
Director Iteranza
spinto@interanza.com
Ecuador





