Retrasos, precios atípicos y un mercado clave pendiente: así se vive el cierre de año para el aguacate ecuatoriano

La semana 47 llega con un panorama inusual para la producción de aguacate en Ecuador. Lo que en otros años habría sido un período de definiciones claras —sobre el avance de los estadíos, el momento óptimo de cosecha y la estabilidad del mercado local— hoy está marcado por retrasos, variabilidad climática y una agenda comercial cargada de incertidumbre, especialmente hacia Estados Unidos, uno de los destinos estratégicos que el país aún no termina de abrir.

En las fincas, el comportamiento de los estadíos se ha vuelto el principal foco de atención. El avance de la materia seca está siendo más lento de lo normal debido a un noviembre mucho más lluvioso de lo esperado. Esta combinación frena la maduración y altera la planificación inicial: lo que estaba previsto como un posible arranque de campaña entre las semanas 49 y 50 ya no es viable. Todo apunta a que la cosecha ecuatoriana arrancará recién desde la semana 2 del próximo año. Para un país que está construyendo su posicionamiento exportador, estos desplazamientos no son menores: afectan la oferta disponible, los acuerdos comerciales y la capacidad de Ecuador de insertarse en ventanas competitivas.

El otro elemento atípico es el comportamiento de la curva productiva. Normalmente, para abril la primera floración ya ha completado su ciclo y el país prácticamente sale de producción. Pero este año se prevé fruta disponible en abril y mayo, un cambio que coincide con la salida de Perú del mercado. Esto podría convertirse en una oportunidad —si se gestiona bien—, pero también obliga a una planificación más fina, porque una variación en los meses de cosecha tiene impacto directo en volúmenes, logística y precios.

En el mercado interno, las señales también muestran un año fuera de lo común. A medida que se acerca el cierre del año, el precio del Hass habitualmente tiende a bajar; sin embargo, la escasez relativa de fruta mantiene los valores altos. En contraste, el aguacate Fuerte ha seguido una tendencia totalmente distinta: los precios locales han caído y los valores internacionales no justifican la exportación. Lo llamativo es la anticipación de esta caída: lo que normalmente ocurre en la segunda o tercera semana de enero se adelantó a la semana 44, lo que indica una presión temprana del mercado.

Pero el aspecto estratégico que más debe ocupar hoy al sector es la situación con Estados Unidos. La semana pasada hubo novedades sobre las negociaciones arancelarias. Ecuador, como socio comercial relevante, ha estado sujeto a revisiones tras la implementación de aranceles del 10% y 15%. La noticia de que el país podrá quedar exento en varios productos es positiva, pero insuficiente por sí sola. Para el aguacate ecuatoriano, cualquier beneficio arancelario necesita ir acompañado del componente fitosanitario. Y allí está el punto crítico: el protocolo con APHIS aún no se cierra.

Sin esa aprobación, no hay posibilidad real de ingresar al mercado estadounidense, independientemente de las condiciones arancelarias. La industria ecuatoriana lleva meses trabajando en este frente, pero todavía no existe una resolución definitiva. Es un recordatorio de que abrir un mercado implica un trabajo técnico y diplomático constante, y que ambos procesos deben avanzar en paralelo.

En síntesis, Ecuador enfrenta un cierre de año cargado de desafíos pero también de aprendizajes. El clima altera la maduración, la producción se desplaza a meses inusuales, los precios muestran comportamientos contradictorios y el país sigue esperando la llave fitosanitaria que le permita acceder al mercado más grande del mundo. En un contexto global competitivo, estas señales deben interpretarse con claridad: Ecuador está en una fase de transición en su industria del aguacate, donde cada decisión —desde la finca hasta la negociación internacional— puede definir su futuro posicionamiento.

Santiago Pinto
Director Iteranza
spinto@interanza.com
Ecuador