En el último año, Ecuador ha dado pasos importantes hacia la consolidación de su posición en el comercio internacional. La firma de un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur abre la puerta a un mercado de 38 millones de personas con alto poder adquisitivo. Este tratado permitirá que el 98% de la oferta exportable ecuatoriana ingrese a ese destino con un esquema progresivo de desgravamen. Para el caso del aguacate fresco, hoy sujeto a aranceles del 20 al 30%, se proyecta una reducción en un plazo de cinco años. Aunque este cultivo todavía tiene un peso menor dentro de la canasta exportadora, la eliminación gradual de barreras arancelarias es una oportunidad estratégica para su despegue.
Pero no basta con abrir mercados: hay que mostrarse al mundo. En ese sentido, la participación de Ecuador en ferias internacionales como Food Attraction en Madrid, donde el país viene siendo expositor desde 2021, ha sido clave. Este espacio no solo brinda visibilidad en Europa, sino también ante compradores de otros continentes, consolidando al país como un origen confiable y competitivo. Allí, la presencia de empresas ecuatorianas como Intransa demuestra la importancia de la continuidad: no se trata de ir una vez, sino de sostener la presencia para generar relaciones de largo plazo.
Otro frente en el que Ecuador busca diferenciarse es el de las certificaciones. Global Gap 6.0, Rainforest y Grasp ya forman parte del portafolio de varias fincas y, en el caso de Interanza, cubrirán 110 hectáreas en la próxima campaña 2025-2026. En un mundo donde los compradores internacionales son cada vez más exigentes en trazabilidad, sostenibilidad y responsabilidad social, este tipo de sellos son más que un requisito: son una garantía de competitividad.
Ahora bien, todo avance en exportaciones debe mirarse en paralelo con el mercado interno. En Ecuador, el consumo de aguacate muestra un crecimiento sostenido, con una relación cercana al 55% destinado a exportación y 45% al consumo local. La diferencia con otros países como Chile es que la ubicación geográfica ecuatoriana permite una producción de 52 semanas al año. Esto, lejos de ser un desafío menor, plantea la necesidad de una estrategia más sofisticada: equilibrar la ventana exportadora —que es la que ofrece mejores precios— con un abastecimiento consistente para el mercado interno.
La clave estará en la coordinación entre productores y fincas. Un manejo más estratégico de podas e inducción puede ayudar a que parte de la producción coincida con meses de baja oferta —como julio, agosto y septiembre—, contribuyendo a estabilizar el suministro y sostener el consumo doméstico. Si Ecuador logra este equilibrio, no solo ganará mercados afuera, sino también consolidará la cultura de consumo en casa, como ya ocurre en países vecinos.
El país está en un momento bisagra. Tiene los tratados, las ferias y las certificaciones para competir en el mundo, pero también la oportunidad de construir un mercado local robusto. La pregunta es si podrá articular estos frentes de manera complementaria y no excluyente. Porque al final, un Ecuador exportador fuerte también necesita de un Ecuador consumidor consciente.
Santiago Pinto
Director Iteranza
spinto@interanza.com
Ecuador