Agosto siempre ha sido, para nuestra agricultura, sinónimo de estiaje. Entre julio y octubre, las temperaturas altas y la escasez de lluvias definen un patrón que los productores ya conocen de memoria. Sin embargo, este año la naturaleza ha decidido escribir una historia diferente: días soleados intercalados con jornadas nubladas y hasta lluviosas en plena sierra. Un escenario inusual que, lejos de generar alarma inmediata, está brindando una disponibilidad de agua atípica para la temporada.
Este cambio climático, que rompe con la tradición, abre dos posibles lecturas. Por un lado, una campaña con menos estrés hídrico y una floración que promete sostener un crecimiento del 30 a 40% en la producción respecto a la campaña 2024-2025. Por otro lado, la incertidumbre sobre si el estiaje simplemente se acortó o se desplazó en el calendario, algo que solo podremos confirmar en las próximas semanas. Si la tendencia apunta a un estiaje más breve, las proyecciones podrían incluso superar el 40%, un escenario optimista que se seguirá evaluando paso a paso.
Pero la abundancia de lluvias en un momento inusual no solo trae beneficios: también modifica la dinámica fitosanitaria. Algunas plagas, que normalmente aparecerían meses después, podrían adelantarse, exigiendo un monitoreo más riguroso para salvaguardar la calidad del fruto. Y hablando de calidad, todo apunta a un cambio en el mix de calibres. Tras una temporada en la que los calibres pequeños y medianos representaron hasta un 90% de la producción, ahora se proyecta que los calibres grandes podrían alcanzar el 35% de participación, marcando un cambio relevante en la oferta.
En paralelo a estas variables agronómicas, el sector vive un momento fitosanitario -comercial de gran importancia. La reciente visita de AFIS, del 5 al 8 de agosto, marcó un hito en el proceso de apertura del mercado estadounidense. Con jornadas en campo y recorridos por centros de acopio, se buscó evaluar las condiciones del cultivo y el empaque. Aunque Ecuador no es ajeno a este tipo de inspecciones —Estados Unidos ya es un destino clave para otros productos—, este acercamiento representa una oportunidad única: entrar en ventanas de mercado muy específicas, en meses de invierno norteamericano donde la oferta interna de California y Florida es limitada, y sin generar tensiones con los grandes proveedores ya establecidos.
Ahora la expectativa está puesta en el primer informe oficial que debería llegar en las próximas semanas. El contexto global, con sus cambios en comercio exterior y geopolítica, podría acelerar o retrasar el proceso, pero el compromiso del sector es claro: adaptarse, mejorar y estar listos para competir.
Hoy, más que nunca, el futuro del campo no se define solo en las parcelas, sino también en la capacidad de leer los cambios del clima, anticipar los retos sanitarios y aprovechar las oportunidades de mercado que tocan a la puerta.
Santiago Pinto
Director Iteranza
spinto@interanza.com
Ecuador