Aguacate ecuatoriano: entre oportunidades locales y desafíos internacionales

Desde febrero de este año, el sector aguacatero ecuatoriano esperaba con expectativa la visita de la Agencia de Inspección para Seguridad Alimentaria (APHIS), cuya llegada estaba prevista entre la última semana de mayo y junio. Esta visita, clave en el proceso de habilitación para la exportación al mercado estadounidense, tenía como objetivo la revisión integral de las fincas registradas y sus empaques, con especial atención a los protocolos de control y cumplimiento fitosanitario.

Lamentablemente, la visita fue postergada a último momento debido a complicaciones internas de la entidad de control, relacionadas con la disponibilidad de personal para realizar las auditorías. Esta noticia, sin duda, representa un revés en el calendario previsto. Sin embargo, desde el sector se mantiene la confianza en que, al encontrarnos en la etapa final del proceso, pronto se confirmará una nueva fecha que permita culminar este importante paso y abrir finalmente las puertas al exigente mercado norteamericano.

En paralelo, mientras se reorganiza la agenda internacional, el enfoque del sector se traslada naturalmente al mercado local. Con el cierre de la campaña de exportación, los actores de la cadena se preparan para abastecer un mercado nacional que, pese a su potencial, aún muestra cifras modestas en cuanto a consumo per cápita de aguacate. Ecuador, con una población cercana a los 19 millones de habitantes, consume apenas un kilo de aguacate por persona al año. Esta cifra contrasta con otros mercados similares, como Chile, donde el consumo interno se dinamiza fuertemente una vez finalizada la temporada de exportación.

La llegada del verano ecuatoriano representa una oportunidad estratégica. En este periodo, el aguacate gana protagonismo en el consumo nacional, y la escasez de fruta contribuye a que la comercialización sea especialmente atractiva para los productores. Esta ventana de oportunidad debe ser aprovechada no solo en términos comerciales, sino también para fomentar una cultura de consumo que ayude a fortalecer el mercado interno a largo plazo.

En cuanto al panorama climático, el ciclo agrícola ha estado marcado por una temporada inusualmente lluviosa, incluso en pleno acercamiento al solsticio de verano. Esta anomalía, particularmente visible en la zona de la sierra, ha favorecido una irrigación natural sostenida durante seis meses, un fenómeno poco común en las últimas décadas. Si bien las proyecciones indican que las sequías veraniegas podrían no ser tan prolongadas, este contexto climático contribuye de manera positiva a la preparación de la próxima campaña.

La temporada 2025-2026, que comenzará en octubre o noviembre, se perfila con gran optimismo: se espera un incremento del 30% al 40% en el volumen de producción, acompañado de una mejora notable en la calidad del fruto, con mayor presencia de calibres grandes y medianos. Esto representa no solo una oportunidad para consolidar la presencia en mercados internacionales, sino también para impulsar con fuerza el desarrollo del mercado local.

En definitiva, a pesar de los contratiempos, el sector aguacatero ecuatoriano se mantiene resiliente y con visión estratégica. La combinación de condiciones climáticas favorables, proyecciones productivas alentadoras y un mercado interno en expansión hacen de este un momento clave para consolidar un crecimiento sostenible y equilibrado entre lo local y lo global.

Santiago Pinto
Director Iteranza
spinto@interanza.com
Ecuador