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Desde los años 80, Chile ha sido un actor clave en la exportación de aguacates, aprovechando el bloqueo de Estados Unidos al producto mexicano. Durante más de ocho décadas, México enfrentó restricciones para ingresar al mercado estadounidense, permitiendo que la industria chilena se consolidara como el principal proveedor de esta fruta en Norteamérica. Sin embargo, con la apertura gradual de los estados norteamericanos al aguacate mexicano, se temió una crisis en el sector chileno. Pero la historia ha demostrado que la competencia, en lugar de destruir el negocio, ha generado nuevas oportunidades.
Mientras México no tenía acceso al mercado estadounidense, dirigió sus exportaciones a Europa y Asia, promoviendo el aguacate como un alimento saludable y nutritivo. Cuando finalmente logró ingresar a Estados Unidos, Chile supo aprovechar la situación, redirigiendo su fruta a los mercados europeos que ya estaban educados sobre el producto, gracias al trabajo previo de México. De esta manera, lejos de verse perjudicada, la industria chilena encontró una nueva demanda consolidada en el viejo continente.
Durante los últimos años, se ha especulado sobre una posible sobreoferta de aguacate en el mercado global. Sin embargo, varios de los países que parecían amenazar la posición de Chile no han logrado consolidarse. Colombia, por ejemplo, enfrentó eventos climáticos adversos que retrasaron su crecimiento como productor. Costa Rica y Guatemala han mostrado avances en producción y consumo interno, mientras que Marruecos y Kenia siguen en etapas incipientes de desarrollo. Australia y Nueva Zelanda han mantenido su producción enfocada en sus mercados internos, sin representar una competencia directa para Chile.
El caso de Perú: ¿competencia o beneficio?
Otro jugador que generó preocupación en la industria chilena fue Perú. Se pensó que su producción masiva podría desplazar a la chilena en el mercado europeo. No obstante, la realidad ha sido distinta: Perú inunda el mercado con fruta de menor calidad y precio entre mayo y agosto, lo que termina estimulando el consumo. Cuando su temporada finaliza, los exportadores chilenos encuentran una demanda ya establecida y en crecimiento, logrando posicionarse con precios más atractivos en los meses posteriores.
Más allá de la competencia externa, el verdadero reto para Chile radica en la crisis climática. La sequía y las heladas han complicado la expansión del cultivo, obligando a los productores a explorar nuevas regiones y mejorar sus estrategias de distribución. La clave para mantener la competitividad está en ordenar los embarques entre agosto y diciembre, enfocándose en mercados europeos con precios favorables.
Por otro lado, la situación en México también puede jugar a favor de Chile. El cambio climático afecta los cultivos en Michoacán, principal región productora, con problemas de calibre y enfermedades como el hongo de la madera. Si Michoacán enfrenta una crisis en su producción, el abastecimiento mundial de aguacate se verá comprometido, creando nuevas oportunidades para otros países productores.