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En el mercado de frutas, los calibres pequeños han experimentado una notable disminución en sus precios. A pesar de esta caída en valor, su presencia en la cadena de distribución se mantiene estable, especialmente en las empacadoras, donde siguen siendo una opción demandada. Un caso particular es el calibre 26, que ha pasado a formar parte de los calibres considerados pequeños. Regiones productoras como Nariño y Huila, que históricamente han aportado frutas de mayor calibre, también están viendo un aumento en la producción de calibres más reducidos, un fenómeno que se ha visto acentuado por las condiciones climáticas, particularmente por las temporadas de verano.
El clima ha jugado un papel crucial en esta dinámica. Las lluvias recientes, aunque beneficiosas en algunos aspectos, han generado retos logísticos significativos. La irregularidad en los tiempos de cosecha y transporte ha hecho que la logística se vuelva más exigente, aumentando tanto los tiempos de entrega como los costos operativos. Este tipo de alteraciones ha complicado la planificación y distribución, afectando especialmente a los pequeños productores, que deben adaptarse rápidamente a estas condiciones fluctuantes.
Otro factor que ha cobrado protagonismo es la aparición de la lenticela, una característica particular de las frutas colombianas. Este fenómeno, asociado principalmente a variaciones climáticas, resalta con mayor frecuencia en condiciones de alta humedad, como las que se están presentando. A pesar de que la lenticela puede percibirse como un defecto visual, es una característica natural y no afecta la calidad de la fruta, aunque sí puede influir en la percepción del consumidor en mercados internacionales.
Además, las condiciones climáticas actuales, con su mezcla de calor y humedad, han favorecido la proliferación de hongos, que encuentran en este ambiente un terreno fértil para desarrollarse. Este incremento en las infecciones fúngicas ha obligado a los agricultores a ser más proactivos en el manejo fitosanitario, lo que conlleva un aumento en el uso de fungicidas y en los costos de producción. La presencia de hongos no solo impacta la cantidad de fruta disponible, sino también su calidad, lo que afecta directamente los márgenes de beneficio.
El mercado de frutas de calibres pequeños está viviendo un periodo de ajustes, donde el clima y las condiciones logísticas juegan un papel determinante en la producción y distribución. Los productores deben adaptarse rápidamente a estos cambios para mantener su competitividad, mientras que los consumidores pueden esperar ligeras variaciones en los precios y la calidad visual de las frutas disponibles.
Jorge Molina Duque
Colombia