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El cambio climático es una realidad que está afectando de manera directa a muchos sectores productivos, y el mercado del aguacate no es la excepción. Países clave en la producción y exportación de esta fruta, como México, Perú, Chile, Colombia y España, enfrentan desafíos cada vez más complejos debido a la variabilidad climática. Sequías, olas de calor, lluvias torrenciales y la creciente presión sobre los recursos hídricos están transformando las condiciones en las que se cultiva el aguacate, poniendo en riesgo la sostenibilidad a largo plazo del sector.
México, el mayor productor mundial de aguacates, no está exento de estos problemas.
Las regiones productoras, como Michoacán y Jalisco, enfrentan variaciones en los patrones de lluvia y temperaturas más extremas, lo que ha generado una caída en los rendimientos y un aumento en los costos de producción. Los pequeños productores, en particular, sufren las consecuencias al no tener los recursos necesarios para invertir en tecnologías de riego más eficientes. La consolidación del mercado en manos de grandes exportadores parece inevitable en este contexto.
Chile, otro de los grandes actores en la exportación de aguacates, vive una situación similar. Las prolongadas sequías han generado restricciones en el uso del agua en zonas clave como la 4ta Región, afectando tanto la cantidad como la calidad de la fruta producida. Esta situación ha llevado a que muchos pequeños productores abandonen la actividad, mientras que las grandes empresas, con acceso a tecnologías avanzadas, continúan operando en un mercado cada vez más concentrado.
Perú, por su parte, ha logrado posicionarse como un competidor fuerte en el mercado global gracias a sus inversiones en sistemas de riego tecnificado. Sin embargo, la disponibilidad de agua sigue siendo un reto crucial. El retroceso de los glaciares y las sequías prolongadas amenazan la sostenibilidad de la producción a largo plazo, limitando la expansión de nuevas áreas de cultivo. Para los exportadores peruanos, garantizar la sostenibilidad es vital para seguir abasteciendo mercados exigentes como los de Europa y Asia.
Colombia ha mostrado un crecimiento notable en la producción de aguacates en los últimos años, pero también enfrenta desafíos climáticos. Las irregularidades en las lluvias y las olas de calor han impactado el rendimiento de los cultivos, así como la aparición de plagas que antes no eran comunes en las principales zonas productoras. Este tipo de problemas agrava la situación de los viveros y afecta la calidad de los plantones, lo que podría frenar el crecimiento de la industria en el país.
En el caso de España, el cambio climático también ha generado preocupación entre los agricultores, especialmente en las zonas productoras de Andalucía. A pesar de las altas temperaturas y las sequías, algunos expertos ven oportunidades de expansión hacia el norte del país, donde las condiciones climáticas son más favorables para el cultivo de aguacates.
A nivel global, el mercado del aguacate sigue en crecimiento, impulsado por la alta demanda de los consumidores. Sin embargo, la oferta parece no estar a la altura de estas expectativas. Los productores se enfrentan a la necesidad de mejorar sus prácticas agrícolas para garantizar una producción sostenible y de calidad. De lo contrario, la industria corre el riesgo de que los altos precios desincentiven el consumo, alejando a los consumidores en busca de alternativas más económicas.
En definitiva, el futuro del aguacate está marcado por los desafíos que impone el cambio climático. La capacidad de adaptación de los productores, el acceso a tecnologías avanzadas y el enfoque en la sostenibilidad serán claves para que el sector continúe creciendo sin sacrificar la calidad del producto.
Necesitamos más aguacates, pero de mejor calidad y para ello, es fundamental cuidar de los huertos y apostar por prácticas que fortalezcan la resistencia de los árboles frente a las adversidades climáticas.